sábado, 9 de octubre de 2010

Señora... ¡¿Puede quitar su carrito?!



A veces nos ponemos a pensar en cuando eramos niños, y casi siempre recordamos como jugábamos y las cosas que hacíamos que nos definían como niños; pero rara vez, creo yo, nos ponemos a pensar en las cosas que deseábamos hacer cuando fuéramos mayores; me refiero a que, nunca nos ponemos a analizar en realidad estas cosas.

Es normal que todos quisiéramos ser bomberos, astronautas o profesiones por el estilo, pero a lo que me refiero es, a las cosas que deseábamos hacer cuando fuéramos grandes que eran normales y cotidianas para los adultos que conocíamos; en el caso de este post: El hecho de ir al supermercado.

De niño soñaba con, algún día, ir solo al supermercado y comprar los abarrotes para mi hogar. Me imaginaba que esto era una característica que me haría ver como un adulto al fin (en mi mente de niño). Luego de años de espera y de días de compras con mis padres, ese día llegó; cuando yo iría por mis propios medios a realizar las compras, y ese mismo día entendí que no es tan fácil como parece: Es en realidad una odisea.

La primera vez que lo hice absolutamente solo, por mi cuenta, fue cuando me mudé para el exterior. Era normal que los viernes, al salir del trabajo me diera un paseo por el supermercado cerca de la oficina con mis bolsas y mi lista de compras; pero lo que nunca imaginé de niño, fue que tendría que enfrentarme a una manada de personas que lo que menos les importa es que tú estés tan cómodo como ellos lo están. Hablo de los niños que corren con carritos vacíos, que te pisan cada vez que pasan, trabajadores del supermercado a los que pedirles información es como mencionarles a sus madres, señoras que atraviesan sus carritos en medio de los pasillos e inexplicablemente los atraviesan horizontalmente, para que nadie pase.

Definitivamente, a partir de ahí me di cuenta, que con algo tan banal como la acción de realizar las compras en el super, puedes definir muy acertadamente la idiosincrasia de una región; porque tengo la leve certeza de que así como manejan sus carritos de supermercado, también lo hacen con sus vehículos en las calles. Sin embargo, en el exterior, las molestias son tomadas más en cuenta por las personas que realizan semejantes barbaridades y aunque sea un "disculpe" recibes; pero el día que regresé al país; el día en que tuve que ir al supermercado... ¡Oh Dios mio!

Tomemos por ejemplo la semana pasada, cuando por culpa de mi trabajo, desperté tarde en la mañana del sábado y me vi obligado a ir al "super" en la tarde, cuando sé que estará lleno de gente "hasta las metras" como decimos aquí en Venezuela. Llegué al sitio, y después de pasar casi una hora esperando por un puesto de estacionamiento, pude acercarme hasta la entrada.

En la entrada me sorprendí al no ver carritos (sí, porque estaba full de gente) así que refunfuñante y tranquilamente fui a buscar uno de los carritos desperdigados por la gente sin sentido común que los deja detrás de los carros en el estacionamiento por pereza a llevarlos a donde "ciudadanamente" se deben colocar, obligando a los que queremos salir del estacionamiento, a quitar al rededor de 6 carritos "amuñuñados" detrás de tu vehículo.

Entrar al supermercado, es sentir afinidad con los pobres salmones que van a desovar, aguas arriba en los grandes ríos nadando contra corriente; en nuestro caso, hay que esquivar las docenas de personas que salen con sus carritos como parachoques, y llenos de abarrotes, para poder llegar al primer pasillo. Justo ahí es cuando comienzas a ver a los niños que corren, que te empujan el carrito, que te atropellan los tobillos con el que ellos agarraron para jugar a las carreras; o a las señoras que caminan lentamente mirando en forma desenfocada los productos en el aparador, pero que supongo que deben ir pensando en realidad en los productos ubicados al otro lado del supermercado.

También podemos agregar a los trabajadores del super que dejan los sacos llenos de productos en mitad de los pasillos, los trabajadores que jamás te miran a los ojos mientras te atienden, los que escriben mensajitos también y ni hablar de las personas a las que les mueves el carrito para pasar y te miran con Don Ramón miraba al Chavo antes de darle un coscorrón.

Pero bueno, lamentablemente esto es algo que debemos repetir con cierta regularidad, así que pienso que quejarse mucho no arreglará nada. Tampoco estoy descubriendo América porque esto es algo que todos vivimos cada semana, cada mes, cada año; ni tampoco deseo dejar alguna moraleja con el asunto, simplemente quería desahogarme y que muchos se sientan identificados. Al menos yo soy de los que si quito el carrito con gusto, en caso de que me vean un día en el supermercado.

¡Ah, y por cierto! mañana es sábado, así que toca hacer mercado.


viernes, 8 de octubre de 2010

Mis muñequitos...









Acabo de abrir un nuevo blog, únicamente para colocar mis ilustraciones a través del tiempo. Aún no está lleno, porque tengo que encontrar los archivos y los respaldos donde estén escondidas mis ilustraciones y... bueno, creo que como todo "disque" artista, deben estar dentro del desorden de mi habitación, a la que mis amigos llaman cariñosamente "Narnia".

A medida que los vaya encontrando, los iré publicando, de igual forma, espero que la visiten, ya que es una pequeña vitrina de algo que me apasiona desde que nací; espero les guste.

Aquí les pongo el link: