domingo, 13 de febrero de 2011

Cuando el río se calmó...




Pues bien. heme aquí. Después de haber escrito el último post, las cosas parecían acomodarse con el tiempo; como cuando te dicen: "Despreocúpate, que todo saldrá bien". Yo entiendo, que vale más la intensión que cualquier cosa cuando se dice esta frase, pero en algunos momentos, puede llegar a convencernos, y a veces todo mejora, pero a veces no.

Mi abuela, después de luchar por mucho tiempo, nos dejó. ¿Qué pienso yo de todo esto? Pues, creo, que mi abuela se aseguró, de que su servidor se sintiera orgulloso de ella, y de todas las mujeres de mi familia, hasta el último minuto de su vida. No diré que la tristeza no me invade, pero no puedo negar tampoco, que me siento muy tranquilo, y que cada una de las cosas que durante toda mi vida, mi madre, mi abuela y el resto de mis tías y tíos nos enseñaron, de seguro nos servirán cuando nos toque luchar por la vida. ¿Qué mejor lección nos pueden haber dejado, que saber como vivir?

En estos momentos en que los ánimos, los míos y los de mi primos están bastante bajos, solo quisiera que recordaran eso. Gracias a ellos, somos lo que somos; gracias a ellos sabemos como ser una "verdadera familia". Si en algún momento, alguno llegó a cometer alguna falta, pues ya no importa mucho; lo importante es aprender, y saber que ahora es cuando más se necesita que todos estén unidos.

Cuando mi mamá murió, una de mis adoradas tías me recordó, en un momento de tristeza, que no debía de estar tan triste porque mi mamá se había ido, sino que por el contrario, debería pensar que su vida fue maravillosa: en su juventud, siempre fue la más bonita, la más alegre, la más querida, la más independiente y la más luchadora; que cuando necesitó formar un hogar, lo hizo y lo levantó con gran esfuerzo y sufrimiento, pero siempre con una sonrisa; que luchó y fue más fuerte que una enfermedad que pudo haber acabado con cualquiera, ayudando a quienes también la tenían a creer en ellos mismos, ya que era la única forma de salvarse; y que no se fue, sino hasta que yo, su hijo, ya era un hombre de bien, formado y con su mismo carácter y temperamento. No creo tener las mismas cualidades de mi madre, ya que creo que fue única, pero algo le aprendí.

Ahí es cuando nos ponemos a pensar en la enigmática pregunta a la que muchos pensamos no tiene respuesta: ¿Cuál es nuestra función en la vida? Por lo que he aprendido, creo que nuestra misión en este mundo, sencillamente es vivir, e intentar irnos cuando pensemos que ya no podemos hacer más, ni por nosotros ni por los demás; cuando estemos tranquilos.

No decaigamos en nuestras vidas primos, más bien demostremos que somos aunque sea un poquito de lo que ellos fueron, de lo que nos enseñaron, y sigamos adelante tratando de estar tan juntos como ellos lo estuvieron siempre, a pesar de las distancias. Tampoco vayamos a caer en cualquier error en el que ellos cayeran, y que por un momento llegó a separarlos. Los quiero mucho a todos, y espero que estemos juntos hasta que el día que me toque irme, llegue.

P.D.: No me gusta escribir de forma tan personal, pero creí necesario resumir en estas líneas, muchas cosas que quería decirles a mis familiares en estos momentos difíciles.

viernes, 4 de febrero de 2011

"Feliz" año nuevo... familia?




¡Buenos días! ¿Cómo están todos al rededor del mundo? Comenzamos un nuevo año con las mismas ganas que comenzamos todos los años; las mismas que se comienzan a gastar al faltar tres meses para terminar el año en curso, pero supongo que así es el ciclo de vida de estos consecutivos doce meses.

Se habrán dado cuenta que este blog estuvo abandonado por algún tiempo, y es que a veces es bueno darse unas vacaciones del mundo 2.0 para volver a vivir el normal 1.0... aunque, la verdad, como va el mundo ya no se si el normal es el virtual o ese, donde uno sale a la calle, ve gente, suda y come.

Este año no comenzó del todo bien. Mis vacaciones fueron prorrogadas un poco más de lo que tenía pensado, por una situación familiar, una emergencia, que me hizo ausentarme de mi ciudad por un largo mes. En todo ese mes alcance a ver que, si ustedes creen que es difícil vivir en una ciudad, por ejemplo, donde se está solo, pues igual de difícil es hacerlo donde se tiene a toda la familia. Lamentablemente, en situaciones como las que he vivido a finales del año pasado y principios de este, uno se puede dar cuenta que a veces las familias no son lo que muestran en los tiempos cotidianos y rutinarios, sino por el contrario: las familias se dejan ver de forma transparente cuando ocurren accidentes o incidentes desafortunados donde se requiere la cooperación, el trabajo en equipo y sobre todo, los buenos sentimientos.

Es triste ver pocos son los miembros de la familia que pueden ser en realidad considerados como familia, y que a pocos les importa en realidad el ser humano que creció con ellos, que lo crió, el que compartió la niñez o sencillamente el que lleva su misma sangre. Siempre había oído que el dinero separaba a las familias, pero nunca imagine que pudiera hacerlo en una familia que "NO" tiene dinero en realidad.

Lamentable son todas situaciones, pero si algo me enseñó mi familia, y sobretodo mi madre, fue que a los problemas se les debe dar la cara, y cual guerrero Maori, mirarlos a los ojos con el rostro más aterrador que podamos tener; por más que el problema sea más grande que nosotros, el meollo es escalar hasta llegar a conquistarlo, sin importar cuanto tiempo se lleve y tratando de perder lo menos posible en el intento.

Amo a mi familia, pero a veces tanto amor suele ser muy fácil de decepcionar, de derrumbar.