viernes, 19 de noviembre de 2010

Esas fueron mis navidades


Cuando llegamos al mes de Noviembre, se deja ver en la calle una contradicción gigante, cuando comenzamos a ver como las tiendas se llenan de adornos navideños a la venta. Hablo de contradicción refiriéndome al hecho de que, conozco muchísimas personas que, al preguntarles sobre la navidad, me responden que no les gustan, que prefieren cualquier otra época del año, que no les importan o que sencillamente no creen en ella porque es un "invento comercial", lo cual me parece cierto hasta cierto punto, y es que: ¿A qué ocasión especial el ser humano desde que hace historia en este mundo no le ha sacado algún provecho comercial?

La historia se repite una y otra vez cada año, pero no significa que dicha historia tenga que ser la misma experiencia todos los años, o por lo menos es la opinión de este humilde servidor.

Mis navidades, a pesar de las cosas malas que me pasaron durante el resto del año, siempre estuvieron gratamente llenas de momentos felices, aunque suene a cliché. Mis tradiciones, se pueden clasificar entre las ordinarias y muy mías, siendo ésto lo especial de estas fechas, individuales y diferentes para cada persona.

A pesar que todos compartimos ciertas tradiciones, las que yo más valoro son y siempre han sido las diferentes y fielmente mías; las que nadie se imagina que para una persona puedan representar una tradición navideña, como por ejemplo: Ver, como lo hacía mi mamá, la caravana de las rosas y luego el Rose Bowl, comiendo hallacas, pan de jamón y quesos, todos por supuesto sobras de la celebración del fin de año.

Nunca fui un alguien que saliera mucho a parques y esas actividades propias de exteriores para un niño normal; mi pasión y mi más grande afición era ver la televisión, ya que aprendí a estar solo desde muy pequeño; siendo hijo único, con padres que trabajan desde siempre, ésto se hace lógico. Al llegar las navidades, específicamente la noche buena y el fin de año, no es extraño que esto permaneciera igual, por lo que mi primera tradición durante estos días es ver, desde muy temprano en la mañana, acostado en mi cama, desayunando mi primera hallaca del día, con chocolate caliente, cualquier cantidad de películas y especiales navideños que se les antoje transmitir por televisión; sencillamente me encantan.

Claro está que esto último cambió un poco a medida que iba creciendo, ya que mientras se es un niño pequeño, no es imperativo que eches una mano en la preparación de todo para la celebración. A medida que me hacía mayor, el tiempo para cumplir con esta tradición se iba reduciendo más y más, pero aún así siempre tenía tiempo para disfrutar de mis horas de entretenimiento televisivo navideño envuelto en las sabanas.

Con todo esto, me he puesto a pensar estos últimos días pre-navideños, qué es lo que más me gusta de estas fechas, y la respuesta me viene muy fácil a la mente: Mi familia. Cuando era pequeño, mi abuelo y mi familia eran muy conocidos en la ciudad donde nací. Vivíamos en una casa gigante, y mi abuelo, aunque era una persona muy humilde y sencilla, le encantaba ofrecer grandes fiestas, donde todos eran bienvenidos a compartir con nosotros. Después que mi abuelo murió, la familia comenzó a desaparecer, y poco a poco se fue haciendo más pequeña; ahora, solo quedamos unas doce personas, cuando antes fuimos más de treinta.

Lo bonito es, que yo poco recuerdo de estas grandes fiestas, y crecí viendo como dichas celebraciones se hacían más pequeñas con el tiempo, hasta convertirse en íntimas reuniones donde los que quedamos, nos reunimos en casa de la abuelita, para disfrutar de la cena y la comida que a ella le da tanto orgullo preparar.

Creo que la navidad no debe ser vista como "la navidad", como algo comercial o como una excusa perfecta para "rumbear" hasta morir como cualquier día feriado antes de un fin de semana, sino como una época donde todo se conjuga para que las familias se reúnan, donde todos podamos celebrar hasta reventar en caso de que no lo hagamos normalmente, donde hagamos borrones y cuentas nuevas en nuestras vidas; y sí, puede que todo esto lo podamos hacer en cualquier momento del año, pero seamos sinceros: nunca lo hacemos, sino hasta que llega la navidad... así que hagámoslo.

2 comentarios:

  1. Yo era de las que decía que no me gustaba la navidad, realmente ni se porque lo decía, ahora me encanta.
    Volvió a ilusión de enseñarle a alguien especial a creer en la magia.
    Yo lo intento con Abril todos los días y espero que a ella le encanté la navidad como a mi.

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  2. Esa es la magia de la que yo siempre hablo Paty. La magia son las cosas que no se ven, pero que alimenta esa inocencia de los niños y los hace eso... niños.

    Ya verás que le va a encantar la navidad :D A qué niño no le gusta?

    Tqm Paty! y gracias por comentar!

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