martes, 11 de septiembre de 2012

La cochina política en vez de un país.



Nunca he sido una persona que pueda decir que sabe mucho de política, ya que no busco conocer y aprender algo que no me gusta en lo más mínimo.

Lamentablemente, para cualquier ciudadano del mundo, de cualquier país, es obligatorio tomar decisiones políticas a través de su vida. Así pues elegimos a nuestros gobernantes y presidentes a través del voto. No solía votar cuando llegué a la mayoría de edad, pero luego me di cuenta que no votar, es no tener el derecho de quejarte luego si todo sale mal, así que desde mis 19 años voto como todo buen ciudadano.

En mi país, la política siempre ha sido un revoltijo de mentiras, transas, corrupción, pero... ¿En qué país la política se escapa de todo esto? Lamentablemente en mi país, la bella Venezuela, la política, ha traído una visible separación de unos con otros. Algunos apoyan al gobierno y a su líder, y otros que se oponen tajantemente a éste. Tal división ha venido pudriendo cada vez a mi pobre país; un país donde antes todos nos dábamos las manos, donde todos éramos Venezolanos, pero ya no más. Ahora somos "Chavistas" (los que apoyan al presidente) y "Oposición".

Nunca, gracias a Dios, he dejado que las ideologías me aparten de las personas que quiero, o que se han ganado mi respeto o cariño, pero se hace difícil cuando las cosas y las partes, se vuelven tan polarizadas. Ahora los Venezolanos parecemos imanes repeliéndose, y eso es muy triste.

Por mi parte entiendo que muchos apoyen al presidente, cada quien es dueño de sus ideas, y gracias a Dios vivimos en un país que aún lo permite; pero mi parte no siento ningún tipo de devoción ni afinidad con su partido político, ni con su persona, ni con sus ideales. Creo que poco importa como piensan hacer las cosas los políticos, a qué ideología pertenecen, cuál es su partido político o cosas por el estilo; lo más importante es que cumplan, que trabajen, que hagan el trabajo, y ese buen trabajo se resume en el crecimiento del país.

Muchos hablan de que dicho crecimiento se logra, acercando los productos y servicios a las personas de menos recursos, cuando yo creo que por el contrario, se logra, elevando las posibilidades de sobresalir de las personas de menos recursos. No es bajar todo al alcance de nuestras manos, es lograr subirnos a todos, hasta poder alcanzar lo que deseamos;  y particularmente no veo que eso suceda en mi país.

Creo que no se trata de darle comida a los pobres, como profesa el gobierno actual de mi país; sino de hacer lo posible por acercar a cada ciudadano, sea pobre, de mediano ingreso o pudiente, a las posibilidades de crecimiento. Derrumbar esa barrera que dicta, que quien tiene dinero tiene más posibilidades, y establecer que todos tenemos las mismas posibilidades para arriba... no para abajo. Fomentar becas, aumentar la cantidad de empresas privadas que generen más empleos, que las empresas establezcan jornadas de actualización y capacitación, mejorar la educación a niveles altísimos, fomentar la cultura, tanto la nuestra como la universal.

Muchas cosas no he visto que sucedan en mi país, y aunque no condeno, y jamás lo haré a quienes apoyan al gobierno y al presidente, yo particularmente espero un cambio, una nueva forma de ver y hacer las cosas. A pocos días de las elecciones presidenciales en Venezuela, me atrevo a decir, que votaré por el candidato de la oposición; no porque esté seguro que mis país va a dar un vuelco de trescientos sesenta grados, sino porque creo que ya es necesario un cambio, un nuevo punto de vista.

domingo, 27 de mayo de 2012

Jugando a ser grande


Esta semana siento (porque hasta ahorita es que lo siento) que comenzaré una nueva etapa de mi vida (El pequeño Jesús, está creciendo). Acabo de dejar un gran trabajo, con gente maravillosa, muy profesional y capaz, en una de las empresas que digamos, es la meca de quién se desempeña en mi carrera en esta ciudad, para pasar a trabajar con otra empresa de nuevo casi por mi cuenta.

Tendré ciertas libertades de tiempo como antes, pero ahora, después de haber probado de nuevo lo que era cumplir horario y recibir una mensualidad, siento que voy a esta nueva etapa con la mente, y los ojos un poco más abiertos.

Todos en la vida, creo yo, tenemos etapas que quemar. Caminamos a través del mundo pensando en el día a día, como si éste fuera el último, porque es lo que nos han dicho en muchas partes en estos días; pero nunca pensamos un poquito más en la etapa que nos toca vivir a continuación. Quizás así la cosa sería más fácil ¿No?

Llegué a un punto en mi vida (y ojo, no digo que todos a mi edad deberían pensar igual que yo) en que es importante que haga el mayor de los esfuerzos por alfombrar mi camino a una vida segura y estable. Se acabaron los días hippies del freelance como tal; y es que he decidido enseriarse un poco con mi carrera y mis habilidades, y hacer uso de lo que he aprendido en los últimos años "partiéndome el lomo" trabajando, para aplicar todo en un proyecto propio. Me llegó la hora de ser emprendedor.

Como en todo nuevo camino, al principio da un poco de miedo, pero a estas alturas creo saber como darme una palmada profesional en la espalda para seguir adelante.

La cosa pinta bien, y es que además de esta empresa que puso su confianza en mi para trabajar a distancia, han salido otras cosas por ahí. Espero que todo siga así.

¿Cómo te das cuenta que ya creciste? Quizás no es cuando estás enamorado y decides casarte, o cuando la vida te regala esa maravillosa aventura de tener un hijo... quizás a veces crecemos porque nos obligamos a hacerlo; así como cuando de niños, nos poníamos los trajes de papá y sus zapatos para "jugar a ser grandes". Quizás deberíamos seguir jugando a ser grandes, pero lo importante, o por lo menos lo que yo he aprendido en estos últimos días, es que a pesar de luchar contra las etapas de la vida para que los demás crean que somos "cool", deberíamos terminar de aceptarlas tal y como aceptábamos el primer día de clases en una nueva escuela: Era duro, pero al final terminamos acostumbrándonos y la vida continua, con un poco más de responsabilidades, pero también con otras alegrías que antes no teníamos.

Te invito a probar.

jueves, 19 de abril de 2012

El viejo artista feliz que fue mi abuelo




























Pocas veces me pongo a pensar en mis abuelos, y hoy sin razón alguna lo hice. Siempre, en todo lo que he hecho en mi vida, me he preguntado, si de verdad es lo que quiero hacer. Me hice esa pregunta al estudiar, al pasar por la universidad, e incluso ahora trabajando.

Pienso, si la motivación que siento para hacer las cosas que hago, es de verdad pasión y felicidad, o simplemente rutina; si es pararme cada día a hacer algo que sé que hago bien, y que eso sea todo. Hoy recordé a mis abuelos, en especial a mi abuelo por el lado materno.

Mis abuelos fueron hombres que lucharon duro por sacar adelante a sus familias; y ambos lo lograron, con menor o mayor éxito, pero lo hicieron. No vengo de familias millonarias, y portentosas, sino de familias en las que la mística del trabajo ha sido lo que las ha llevado a crecer.

Todos dicen que me parezco mucho en carácter y forma de ser a mi abuelo materno. Él fue un reconocido pintor, escultor, ebanista, y fue uno de los pioneros en la fotografía profesional en mi ciudad natal. Mi madre decía que ambos teníamos un gran problema: Muy soñadores, con grandes ideas, que nunca concluíamos, y dejábamos a la mitad.

Mi abuelo, Don Luis, como le decíamos, fue un hombre pequeño de estatura y muy bromista, con el que poco tuve la oportunidad de compartir. Puede que el disfrutara más de mi presencia en este mundo, que yo la de él; ya que murió cuando yo era un niño pequeño. Sin embargo, conmigo nació una pasión por el dibujo y las artes, que sin que él me la inculcara, estaba ahí.

En una familia donde las pasiones van desde la medicina, la ingeniería y las finanzas; yo siempre me apasioné por una hoja en blanco, un lápiz y una caja de lápices de colores. Mi abuelo nació en un hogar netamente campesino; de hombres recios, fuertes y trabajadores del campo; pero él era pequeño, de manos suaves y regordetas, artista, sensible.

Cuando murió, muchas de sus cosas quedaron en casa de mi abuela; y ya después de muchos años, quise buscar entre sus cosas, algo que me hablara de él, ya que quería conocerlo mejor. No me imaginé que lo que encontraría serían cosas que me relacionaran tanto con él: Un viejo libro, pero con vivos colores, de la obra de Leonardo Da Vinci, y otro de Joan Miró, dos de mis artistas favoritos.

Buscando más, encontré cosas que le gustaban y también a mi, como los sombreros, la ciencia ficción, las viejas películas y la música clásica. Una de sus actividades favoritas, y lo recuerdo muy bien, era sentarse en la mitad de la sala, con los ojos cerrados, y disfrutar de un disco de música de cámara, y su equipo de sonido con cuatro gigantescas cornetas de alta fidelidad.

Lástima que no pude compartir y aprender más de él, lástima que no pude ver sus manos envejecer como las de la foto; sin embargo, me da gusto saber que fue un hombre que a pesar de ser tan diferente a su entorno, disfrutó de su vida, y que salió adelante, haciendo lo que más le gustaba: arte; y no simplemente por destacarse, sino porque lo llenaba y lo hacía feliz.

A veces es difícil no sentir dudas de que lo que hacemos para vivir, sea de verdad o no nuestra pasión. Creo que eso lo sabremos, cuando estemos viejos, y podamos sentarnos en nuestras salas, apaciblemente escuchando un disco de música clásica en nuestros equipos de sonido.

Hasta entonces, debemos seguir viviendo... o acostumbrándonos a la vida.

sábado, 7 de enero de 2012

LAS BASES DEL ÉXITO EN CIENCIA FICCIÓN


















Yo, como amante de la literatura fantástica y de la ciencia ficción, amo las obras de Issaac Asimov. Es por esto, que decido compartir este poema o verso (como lo quieran llamar) sobre "Las bases del éxito en ciencia ficción", escrito a manera de burla de su propio genero literario, pero a la vez muy cierto en lo que menciona.


Si la ficción científica deseas cultivar
y destacar en ella con lustre sin igual,
practica de las ciencias la jerga singular,
sin importarte un bledo usarla bien o mal.
Pulsares y quasares tesáricas y falacias,
en un místico estilo, de pulida elocuencia,
harán que los fanáticos, sin entender palabra,
esperen tus escritos con febril impaciencia.

Y en tanto que tú surcas las sendas espaciales,
entonarán a coro, a golpe de incensario:
¡Un joven que planea a alturas siderales...!
¡Qué dotes de invención! ¡Qué hombre extraordinario!

No hay misterio en el éxito. Basta copiar la historia.
Todo está en ella ya, instante por instante.
El Imperio romano - su expansión y su gloria -,
trasladado a los cielos, brillará rutilante.
La trama es una brisa y, si así lo decides,
por el hiperespacio recorrerás parsecs.
Y si plagias un poco a Gibbon y a Tucíddides,
como nadie se entera, carece de interés.

Y en tanto que prosigues tu andar meditabundo,
entonarán a coro, a golpe de incensario:
¡Un joven tan versado en la historia del mundo...!
¡Qué auténtico talento! ¡Qué hombre extraordinario!

Aparta de tu héroe la amorosa pasión.
No existe el sexo.
Inmerso en la política -sus sombríos ardides-,
ciégalo para el resto.
Dale sólo una madre. La mujer, con sus ansias
de oropel y de joyas,
podría distraerle de sus sueños sublimes
y desviar el rumbo de su gran psicohistoria.

Y en tanto que recorres tan austero camino,
entonarán a coro, a golpe de incensario:
¡Un joven que se ciñe así a lo masculino...!
¡Cuán grande es su fuerza! ¡Qué hombre extraordinario!

ISAAC ASIMOV

viernes, 6 de enero de 2012

Amigos + Café






















Otro año más, y la historia vuelve a comenzar. No, no los aburriré con otro post sobre el cambio de año, pero me llega eso a la cabeza cuando pienso en el tiempo que tengo conociendo a mis amigos, y lo valioso que es poder decir, que los tengo desde hace muchos años.

Ayer me tomé el primer café del año con dos de mis mejores amigos (Soy adicto al café, por cierto), específicamente mi "mejor amigo" y su esposa. Él es mi mejor amigo y casi hermano desde que tenía catorce años de edad. Al repetir el segundo año de secundaria, por problemas de conducta y simplemente porque no quería estudiar en un colegio de Snobs, fui cambiado a un colegio mucho más pequeño. Al ver que tampoco estaba acostumbrado a tratar con otro tipo de gente, pensé que la había "cagado" al salirme del otro colegio, hasta que él me dio la bienvenida a pesar de no tener ni idea de quién era yo, y a pesar que mis otros compañeros de clase no tenían intenciones tampoco de hacerme sentir bienvenido.

Su esposa, se ha convertido en una gran amiga y no simplemente por ser la pareja de mi mejor amigo, sino porque de verdad se ha ganado el puesto.

Este año que pasó pude volver a compartir con amigos que tenía tiempo sin ver; y es que a pesar de vivir en la misma ciudad, a veces nos olvidamos del poder que tiene el decir "¡Ey! Vamos a tomarnos un café".

Gracias a mi nuevo trabajo, he podido recuperar el tiempo perdido con una de mis mejores amigas; y en serio son muchos los cafés que nos hemos dejado de tomar, ya que en casi ocho años en pocas ocasiones nos habíamos visto, viviendo en la misma ciudad y trabajando en la misma área. A veces descuidamos las cosas que de verdad importan en la vida, como el escuchar a los "panas", el caminar por un centro comercial haciendo como si miráramos vitrinas mientras se conversa o visitar a los amigos en sus casas.

A veces nos olvidamos de compartir.

Impresionante, lo que un café puede hacer. No dejen de invitar un cafecito. Es la mejor excusa para reencontrarse con aquellos que tenemos tiempo sin ver, y por pena, no se nos ocurre una mejor manera para juntarnos... ¿La mejor opción? Invítales un café.